Hay muy poco de mí

Hay muy poco de mí.

No estoy donde solía
y me ocupo sin habitarme
ni saberme,
ni perderme,
ni encontrarme.

Hay tan poco de mí.

Me cuelo entre los dedos
y se me deshacen las lágrimas
y se me rompen los silencios.
Y no hay risa que no muera,
ni cuento que me cuento
que no me crea
aunque sepa que,
de verdad,
me miento.

No hay nada de mí.

Oscilo entre péndulos
que echan abajo
hasta los mismos cimientos
de quien fui,
de quien soy,
de quien me invento.

Hay algo en mí.

Me reconozco en el espejo
que distorsiona lo que creo
y se dobla
en ángulos muertos.
Me abrazo
y me contengo.
Me cierro.

Me miro y no me veo.

Úr Qazris

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Esta vez no

Esta vez no,
ya no compro cuentos.

Nunca pedí nada,
ni pedí compromiso
por miedo
a dejar de tener migajas..
que como añicos de cristal
me arañaban,
pinchaban
y desgarraban por dentro.

Que cuesta entender
que es mejor no tener nada.
Ir con manos vacías
y desnuda el alma.

Que el final de algo
es el comienzo de todo.
Me van cerrando puertas
y respondo
quemando los puentes
y rompiendo las ventanas
a pedradas.

«Aún somos amigos»
será la historia que te cuentes.
Yo para inventar cuentos
bebo de otras fuentes.

Que llevar los ojos abiertos
escuece,
joder.
Porque yo no oculto nada
y fui siempre desarmada.

Ahora ya no,
ahora cambio y corto
cada cuerda
y cada máscara.

Guárdate tus sobras
no las quiero.
Porque no nos debemos nada.

Que las cosas son simples
y nosotros las hacemos complicadas.

Que donde hubo fuego
a veces no quedan ni las ascuas
ni los polvos ni las cenizas
que se barrerán mañana.

No llevaba ilusiones
ni castillos de naipes
ni carrozas de calabaza.
No llevaba laberintos de espejos deformados
ni pájaros,
ni otras cosas aladas.

Y si me repites la historia,
tal y como quieres,
mantendré la calma.

Porque conozco bien el guión
de tantas veces que me dieron entradas.

A mí con estas lecciones,
a mí,
que soy aprendiz
de todo
y maestra de nada.

Úr Qazris

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Chica libélula

Lleva embrujo
en las pestañas
y cuando parpadea
crea toboganes
hasta las profundidades
de su yo
indefinido.

Se le rebosa el alma
por los ojos,
y sin saber ḧέḉḧḯẕᾶ.
Y sin querer
ni creer
que reflejan
universos     sosrevinu
paralelos.     .solelarap

Sus océanos y tormentas
acompañan sus pasos
y
b
u
c
e
a.
El pusilánime se ̸a̸̸h̸̸o̸̸g̸̸a̸̸.̸.
Ella se navega.

Lleva polvos mágicos
en la piel
y en sus besos.
Si te los echa
encontrarás el amor de tu vida…

Y nunca será ella.

Ha regalado a los demás
partes de sus vuelos
y se ha roto las alas
en cobardes
de amor fácil,
gatillo rápido,
errado tiro,
mente olvidadiza,
personalidades cambiantes,
de palabras falsas
infectadas
de picaduras de araña
y otros bichos.

Ha ardido tantas veces
que la confunden
con luciérnaga
e intentan devorar
la luz que alberga.

La chica libélula
cuando se va…
ocupa aún más espacio
que el que deja.

Y soy la chica
Yo soy la mujer libélula.

Úr Qazris

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Yo no deshojo

Me ves soplando dientes de león
en lugar de deshojar margaritas.

«- Así no es. Tienes que arrancar los pétalos uno a uno para averiguar si te quiere.»

No te miro y sonrío, mientras busco el siguiente.

«- No estoy buscando amor entre las flores. Estoy sembrándome de oportunidades.»

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Desenramándome

Camino
vacía de todo,
vacía de mí.
Muevo,
no sé cómo,
esta cáscara,
esta piel,
esta vaina.
Voy rozando mi corteza
en la corteza de los árboles
buscando abrazos primaverales.
Y no me llegan las ramas
a desenramarme
y me desentraño
buscándome.
No sé dónde estoy.
No sé si estoy.
Y mi sola presencia
me ahuyenta.
Mis pasos son tan lentos
que no me muevo de mí
y pierdo los bordes
que me contenían.
Araño el agujero negro
de mi pecho
que ni me traga
ni me deja escupir veneno.
Camino,
sonrío.
Y evito miradas a los ojos
para no descubrir mi infierno
para que no me saquen de mí.
He recogido mis trozos
tantas veces
que me hice especialista
en puzles de 10.000.
Y me tienta
desbaratarme de un manotazo
en piezas perdidas
y naipes marcados.
Voy sin nada,
desnuda de todo,
sin piel.
Sólo queda un pequeño,
mínimo,
diminuto
dolor constante en el centro.
O es un principio de infarto
o es un final de agonía.
O es que aún estoy viva.
No me decido.
Me saco.
Me vierto.
Me derramo.
Me deshabito.
Úr Qazris
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Estoy bien.

Estoy bien.

Me repito en el espejo
esta frase,
como un mantra.

Estoy bien. Estoy bien. Estoy bien.

Me pides que me lo diga
tres veces al día
y que repita la dosis
hasta que no sea necesaria.

Estoy bien. Estoy bien. Estoy bien.

Mi lado de niña obediente
sigue fiel tus instrucciones:
estoy bien, estoy bien, estoy bien.

De tanto insistir me lo termino creyendo.

Estoy bien, estoy bien, estoy bien.

Lo silencio a los cuatro vientos
y lo grito si me lo preguntan en susurros.

– ¿Qué tal estás?
– Estoy bien.”

Ellos piensan que digo la verdad.
Y yo pienso que no miento.

Me preguntas:
“- How are you?
– I’m fine. Estoy bien. Добре съм.”

Y sonríes
y me pones la mano en ese sitio
justo
donde
duele.

– No, you’re not.”

Úr Qazris

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